La Dermatitis Atópica tiene una aparente “ventaja” que se torna en lo opuesto para los pacientes que la sufren en un grado grave.

Dicha “ventaja” radica en que se trata de una enfermedad tan extendida que todo el mundo conoce algún paciente (generalmente infantil) que la sufre. Esta misma característica se convierte en desventaja al llevar a una banalización de la enfermedad debido a la creencia, por parte de la sociedad, de que se conocen perfectamente los síntomas e incluso más allá: los remedios.

Sin embargo, la Dermatitis Atópica Grave, al no ser (afortunadamente) tan habitual, resulta una perfecta desconocida para la mayoría de la sociedad. Esta circunstancia hace sentir a los pacientes que la sufren incomprensión e incluso culpabilidad, ya que da la impresión de que se “quejan” demasiado de unos simples eczemas.

La realidad es que, desgraciadamente, en los niveles de atopia grave los eczemas pueden cubrir prácticamente la totalidad del cuerpo, y las lesiones afectar a cualquier zona e imposibilitar por ejemplo el uso de las manos, o la gesticulación de la cara.